Nunca había estado en La República de los Niños. Hace unos días, para el cumpleaños de Máximo, me animé a sugerir una visita. Allá fuimos. Yo temía encontrar las huellas de un pasado feliz, restos de la ilusión peronista y otras calamidades de la melancolía nacional. Pero no, la República se defiende con dignidad. Protegida por la varita mágica de Evita o algún otro misterio, está a salvo del merchandising, esponsorización, franquicias y otros inventos del universo Disney y es como un oasis donde se la puede pasar muy bien. Con chicos o sin chicos. Me pareció un lugar ideal para prácticos fotográficos. Es una escenografía gigante y no hay ningún "seguridad" que venga a decirte:"Caballero, no está permitido hacer fotos". Me quedé con ganas de conocer más sobre la vida del Arq. Jorge Homero Lima, autor del proyecto. Parece que el tipo se enamoró con locura de su obra y pidió ser enterrado allí y allí está. Otra película. Disculpen mis fotos, apenas pude rescatar algo de la cámara de mi hija, pero me parece que alcanza para dejarlos con ganas. No se la pierdan que siempre está el peligro del shopping!
sábado, 17 de noviembre de 2007
La República perdida
Publicado por GHC en 19:09
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